Laura Hernández    
         Painter 
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    LAURA HERNÁNDEZ  
       
  MISTICISMO Y POESÍA 
   
              El trabajo de  Laura Hernández (Oaxaca, Oax., 1960) se ha caracterizado por su  exploración e investigación de las  cosmogonías de las civilizaciones antiguas. De ahí su interés en tópicos  diversos de la filosofía, religión y mitología universales, y, en  especial,  de la prehispánica e  hinduista. Su pasión por las culturas ancestrales la ha llevado a viajar por  numerosos países y pasar largas estancias en India, el norte de Africa y el  Sureste Asiático. Una de sus cavilaciones principales ha sido indagar la  relación entre el ser humano y el cosmos, a partir de los principios  antagónicos y complementarios de la filosofía y la ciencia.  
              Su obra reciente  está integrada por 40 piezas de pequeño y gran formato que tienen como tema  esencial la luz, en su doble connotación física y simbólica. Cabe señalar que  el trabajo de Laura ha estado impregnado siempre de una fuerte carga simbólica,  y en este caso, el número 40 significa “regreso al origen” en el lenguaje  esotérico, metáfora que  se enlaza con  otra constante en su creación: el devenir cíclico de la historia de la  humanidad.   
              Esta serie  pictórica se originó a partir de la reflexión sobre la relación de la luz como  fenómeno físico y la luz del espíritu desde el aspecto filosófico, y el diálogo  íntimo que se establece con el tiempo, la materia y el espacio. Así lo expresa  la artista: “Mi propuesta está nutrida de la observación del aspecto físico y  metafísico del Universo, nuestra interrelación con el Cosmos, y los aspectos esotéricos  y exótericos a partir de los cuales nos vinculamos a él. He elegido el tema de  la luz como cualidad esencial”. La luz ha sido utilizada como símbolo y  metáfora en las filosofías y religiones de todos los tiempos. En el relato  bíblico de la creación, la luz antecede todas las demás realidades (Gén., 1,3),  noción que reitera San Juan en sus evangelios: la luz  es el Verbo de Dios. Paradójicamente, este  simbolismo bíblico parece tener cierta correspondencia con recientes  descubrimientos científicos, según los estudios acerca de los primeros estadios  del cosmos de los físicos ganadores del Premio Nobel, Arno Penzias y Robert  Wilson, quienes sostienen que había “electrones, protones, y luz”. En Extremo  Oriente, la luz equivale al conocimiento, de ahí el concepto de “iluminación”  del budismo. En el mundo precolombino la luz está vinculada al sol, astro  divino responsable de perpetuar el ciclo de la vida. Por su parte, Platón llegó  a asociar la luz con el auténtico “ser ontológico”. En el pragmatismo de la era  moderna, el uso técnico de la luz está presente en todas nuestras actividades,  al grado de ser el motor fundamental del funcionamiento de nuestras vidas  cotidianas. 
              Tras sus  indagaciones y tribulaciones en torno a la luz, Laura Hernández se aventura a crear  piezas en las que el tema rebasa el mero concepto y pasa a formar parte  integral de la obra. A partir de un complejo sistema eléctrico a base de  microbombillas colocado en la parte posterior del bastidor, Laura ilumina sus  pinturas para crear un insólito efecto incandescente que trasmina la superficie  del amate dotando a la pintura de un brillo centelleante que cautiva al  espectador. Las pinturas parecieran tener un movimiento constante generado por  los cambios lumínicos que se dan a lo largo del día y del juego de luces y  sombras que coexisten en armonía y complicidad en nuestro entorno natural. 
              Las obras de gran  formato que vemos en esta muestra están realizadas con papel amate y pigmentos  naturales, como la grana cochinilla, retomando la técnica ancestral que tenía  un carácter ritual. La elaboración de estas piezas requiere de una minuciosidad  extrema por la fragilidad de este material de origen natural cuya producción es  cada vez más escasa. Imbuida en su espíritu lúdico, Laura recorta cuidadosamente  fragmentos del papel, tomando en cuenta y respetando las fabulosas vetas que  conforman las fibras, aplica sutilmente los colorantes y algunos destellos de  hoja de oro y realiza composiciones complejas y multivariadas en las que el  espectador se regocija contemplando la integración de la materia, movimiento y  luminosidad. 
              La creación de  Laura Hernández se ha centrado en la representación de la dualidad que pervive  en todos los estadios del ser y del Universo. La luz y la obscuridad, como  metáforas de la sabiduría y la ignorancia, del Bien y el Mal, del origen y el  fin, del edén y el averno, del orden y el caos…Laura da brillo a sus pinturas y  éstas se convierten en espejos que reflejan su alma luminosa. 
       
      Germaine Gómez Haro 
       
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